miércoles, 5 de enero de 2011

ENTREVISTA A MARK WILKINSON - PRIMERA PARTE


LH MAGAZIN: Echando un vistazo al conjunto de tu carrera, ¿crees que hubiese sido posible encontrar mejor forma de expresar tu arte que a través de la música?
Yo era coleccionista de discos, tanto por las portadas como por la música. En aquellos días, la música y al arte de las portadas estaban unidos inexcusablemente a través de los pósters publicitarios, las revistas y por supuesto por las propias portadas de los discos. Por entonces no teníamos internet para descubrir nuevas bandas: sólo existía el boca a boca, las revistas o viendo los pósters que anunciaban los conciertos. Así que es normal que el arte de los discos tuviese tanta importancia entonces. De repente hubo una explosión de color y diseño que pareció romper todas las barreras conocidas, ayudando a establecer caminos mucho más innovadores de articular las letras de las canciones o perssonificar a las bandas. La fotografía, por vez primera, tuvo que tomar el asiento trasero y fue labor de artistas y diseñadores explorar nuevos territorios, creando un nuevo lenguaje visual. Particularmente aluciné con este mundo que empezaba a abrir sus puertas y empecé a comprar todas las revistas underground, cómics, pósters y discos que me pude permitir. Cuando acabé el colegio empecé a dibujar y a pintar, a la vez que soñaba con formar parte de este floreciente movimiento artístico.


Has trabajado en muy diferentes lugares y superficies pero, ¿resulta tan gratificante diseñar camisetas, portadas de novelas o sellos como hacer portadas de discos?
Bueno, desde luego es mucho más excitante diseñar una portada que puede ser ampliada al tamaño de bandera publicitaria en una tienda de discos y que puede llegar a ser utilizada como telón gigante utilizado en el escenario para una gran banda sobre el escenario, que producir la portada de un libro que nunca llegue a triunfar. Durante una temporada ilustré muchísimas portadas de novelas, lo cual resultaba bastante frustrante con tanto cocinero usando la misma sartén: los vendedores competían con los directores artísticos quienes a su vez peleaban con el autor, de modo que en muchos casos ya no sabía ni para quien trabajaba en el mundo de las editoriales. Por eso trabajar con una banda, que normalmente tiene propuestas artísticas interesantes, siempre ha sido mucho más satisfactorio desde el punto de vista creativo. Espero que esto haya cambiado con los años, pero afortunadamente hace muchísimo tiempo desde que diseñé mi última portada para un libro.


¿Resulta fácil hoy en día recibir el mismo trabajo y encargos que hace 10 años? ¿Cómo hace un ilustrador de su talla para seguir en activo, mejorando en lo posible y consiguiendo vender y difundir su arte?
He tenido que diversificar mi forma de hacer las cosas. Unirme a la revolución digital y mantenerme al tanto de las modas actuales, y después aprender a ser tanto diseñador como ilustrador, así como experto en el arte del packaging. Aparte de aprender acerca de las diferentes técnicas nuevas de impresión para fabricar camisetas, etc. Lo curioso es que, en medio de todo esto, de repente me vuelven a hacer encargos para que pinte de verdad otra vez y me olvide del mundo digital…. Lo que está claro es que tienes que reinventarte continuamente. ¡La definición del éxito es la supervivencia!

Teniendo en cuenta las relaciones que seguramente habrás hecho gracias a tu arte, ¿qué resulta más importante para tí: conocer en persona a los músicos y que sean ellos los que te expliquen lo que les gustaría ver o bien recibir instrucciones precisas de la gente que trabaja para los artistas?
Me gusta colaborar personalmente cuando es posible. Llegar a entender lo que el músico siente acerca de lo que te pide; llegar a sentir lo que ese músico está buscando. Muchas veces la gente que viene a mí es porque creen en mi visión para su proyecto musical y me permiten proponer mis propias ideas. Otras veces sencillamente me dicen al detalle qué hacer. Nunca hay dos trabajos que sean iguales.


En esos felices y dorados tiempos en los ochenta de los que hablas en tu libro "Shadowplay", cuando multinacionales como EMI te contrataron y se gastaban grandes cantidades de dinero en cada artista, ¿cómo te sentiste la primera vez que viste en varias ciudades enormes carteles publicitarios de bandas como Marillion con tu arte impreso? ¿qué supone ver tus ideas expuestas para que las vea todo el mundo en las ciudades más importantes?
Me quedé con la boca abierta la primera vez que pasó, con la portada del single “Market Square Heroes” para Marillion. Fue un sueño hecho realidad para mí. Yo solía pararme y mirar los pósters de héroes como "Hapshash And The Coloured Coat” (de los artistas y diseñadores Michael English y Nigel Waymouth) 15 años antes de que me pasase eso, por eso cuando ví mi propio trabajo aumentado al tamaño de aquellos póster gigantes fue una experiencia inmensa. Lo mejor es que nunca he perdido esa excitación: me recuerdo conduciendo a través de Londres hace un par de años con mi esposa y mi hija para el lanzamiento de un disco a lo grande y de nuevo todas las vallas publicitarias de Londres exhibían el arte que yo mismo había terminado apenas una semana antes.

LH MAGAZIN es básicamente una revista de música de modo que comprendemos lo que supone lidiar cara a cara con los músicos. En tu caso en particular ¿cómo ha sido la experiencia de compartir una relación profesional durante tantos años como con el carismático Fish, ex cantante de Marillion?
Fish fue el primero y aún el más auténtico y único artista con el que jamás me he cruzado. El tenía una visión particular que encajaba perfectamente con mis propias ambiciones como ilustrador en aquella época. En un mundo lleno de pésimos imitadores y cantantes célebres que no tienen nada interesante que decir, nunca me había cruzado antes con nadie con semejante experiencia vital como para contar historias tan interesantes en cualquier momento y lugar.

Entrevista por Rolo


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